Programa 150: El patrimonio natural de Chile, una maravillosa identidad ante el mundo


(emisión del 3 de junio de 2012)

“Del amor de Chile, del amor de todas las
cosas que de norte a sur, de este a
a oeste se abren y se hablan
Los torrentes y los nevados que se tocan
y hablan amándose porque en este mundo
todas las cosas hablan de amor;
las piedras con las piedras y los pastos
con los pastos.

Porque así se aman las cosas, las playas,
los desiertos, las cordilleras, los
bosques de más al sur, los glaciares y
todas las aguas que se abren tocándose
Para que tú las veas se abren
Sólo para que tú lo escuches Chile se
levanta
Sólo para que tú y yo nos miremos
por todo el horizonte, si mira
se levantan..

Este poema de Raúl Zurita, instalado en su libro ” El amor de Chile”, refleja la intensidad de sentimientos arropados en seres humanos habitantes del territorio diverso, angosto y de vasta largura. La nación temprana fue reconocida por Alonso Ercilla y Zuñiga en La Araucana con ese “Chile, fértil provincia y señalada/ en la región  Antártica famosa/ de remotas naciones respetada/ por fuerte, principal y poderosa”.

Desde su aparición sobre la Tierra, los seres humanos se han dedicado al dominio de los recursos y ecosistemas que les ofrece el planeta. En esta trayectoria se acumuló conocimiento, y se aprendió que para sobrevivir era necesario conservar y administrar la abundancia en beneficio del bienestar de todas las generaciones.

Nace así la visión de desarrollo sustentable y el arraigo a la tierra y a la naturaleza, influida por prácticas y conocimientos culturales acumulados. Ellas ya no son vistas tan sólo como una gran e interminable despensa que entrega los recursos, sino como la base de una vida digna para todos los humanos.

La diversidad biológica de los ecosistemas chilenos se debe a la extensión norte-sur del territorio, a las montañas, y a las diferencias altitudinales entre los Andes y el mar. Las formas de vida fluctúan entre la escasez del desierto y zonas de enorme diversidad de plantas y animales, como son los bosques de la sureña zona templada.

Fuente: easyviajar.com 

 

Los ecosistemas adquieren formas de desiertos, estepas andinas de coirones y llaretas, matorral y bosque esclerófilo de peumos, quillayes y boldos, bosques diversos en las cordilleras, humedales costeros y terrestres, y extensas estepas patagónicas. También se observan paisajes emblemáticos, únicos y de valor planetario, tal como las Torres del Paine, Radal Siete Tazas, y ventisquero San Rafael.

Algunos ecosistemas chilenos han sido reconocidos por su importancia internacional. Por ejemplo, el bosque valdiviano es una de las principales prioridades para la conservación mundial, y el  bosque y matorral esclerófilo de Chile central es parte de los puntos críticos de biodiversidad por su endemismo y vulnerabilidad.

Se estima de manera conservadora en unos 29 mil el número de especies que habita en Chile. Aun cuando esta cifra no es tan elevada si se compara con otros países, la diversidad biológica está caracterizada por un alto endemismo ya que la mayoría de ellas solo se puede encontrarse en Chile.

Producto de una tradición centenaria, Chile dispone de una gran variedad de áreas protegidas. El denominado Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) y esfuerzos como Santuarios de la Naturaleza, Bienes Nacionales Protegidos, Parques y Reservas Marinas, entre otros, protegen un 20,7% del territorio nacional continental y un 4% del mar territorial chileno.

Un “área protegida” es una porción de territorio, delimitado y reconocido mediante un acto formal de la autoridad competente. Se coloca bajo protección oficial con la finalidad de conservar el patrimonio natural y cultural asociado. Un sitio emblemático es el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, el más antiguo del país creado en 1926.

El SNASPE, administrado por la Corporación Nacional Forestal (CONAF), y sus 101 unidades, llegan a unas 14,5 millones de hectáreas. Su creación, además del resguardo de la riqueza de Chile, han salvaguardado muchos sitios arqueológicos tal como el riquísimo patrimonio del Parque Nacional Rapa Nui, en Isla de Pascua.

 La presencia de hombres y mujeres no se limita a tiempos remotos. Muchas áreas protegidas se crearon en territorios de comunidades rurales y pueblos originarios, portadores de una rica tradición. Su expresión en modos de vida y expresiones culturales, demanda la conservación en el marco del respeto patrimonial.

Las Áreas Protegidas Privadas crecen en Chile. El catastro realizado en 1997 registró unas 400 mil hectáreas. Actualmente, unas 500 áreas cubren más de 1 millón 400 mil hectáreas. Entre ellas, el Parque Pumalín en Palena, la Reserva Costera Valdiviana, y la reserva Altos de Huemul en la Región de O´Higgins.

Las reservas de biosfera constituyen lugares excepcionales para la investigación, la observación a largo plazo, la capacitación, la educación y la sensibilización del público. Al mismo tiempo permiten que las comunidades locales participen plenamente en la conservación y en el uso sostenible de los recursos.

 El propósito esencial de las reservas de biosfera es responder a una de las preguntas clave que enfrenta el mundo en la actualidad: ¿cómo se concilia la conservación de la diversidad biológica con un desarrollo económico y social y el mantenimiento de los valores culturales asociados?

Chile cuenta con 9 reservas de la biosfera, con unas 9,7 millones de hectáreas terrestres y marinas. Entre ellas, se encuentran algunas áreas emblemáticas como el bosque Fray Jorge (en la región de Coquimbo), La Campana – Peñuelas (ambas en la región de Valparaíso),  Laguna San Rafael (en la región de Aysén), y las Torres del Paine (en la Región de Magallanes).

Un estudio reciente estima que las áreas protegidas ofrecen bienes y servicios ecosistémicos equivalentes a más de US$ 2.000 millones por año. Uno de ellos es el turismo; en el caso del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado, las visitas han mostrado un aumento desde 325 mil visitantes en 1980 a 1,8 millones en el 2010.

 Un servicio ecosistémico genera beneficios económicos, ecológicos y sociales. Los principales servicios se vinculan a la polinización, el control biológico de plagas y enfermedades, la formación de suelos, la regulación de gases con efecto invernadero, y la provisión de belleza escénica y de agua.

No cabe duda que el país ha sido capaz de construir una geografía económica  diferencial, con íconos como la Patagonia, el desierto, y la Isla de Pascua. Un denominador común, que pone en valor y revaloriza el capital natural del país, es ese que acuña la imagen “Chile, naturaleza que conmueve”.

A nivel internacional, la contribución chilena se relaciona con la singularidad de los ecosistemas y su importancia global. En relación al cambio climático, las áreas naturales protegidas ofrecen una solución rentable frente a sus impactos, pues son fundamentales en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono.

Adicionalmente, las áreas naturales protegidas mantienen la salud y productividad de los recursos naturales proporcionando alimento, agua limpia, refugio y fuentes de ingresos para las comunidades. El agua que beben los habitantes en 33 de las 100 ciudades más grandes del mundo, es captada desde áreas protegidas.

En el contexto del día mundial del ambiente, destacamos la importancia de cuidar nuestras áreas protegidas. Los chilenos debemos reconocerlas como parte de nuestro patrimonio y capital natural. Su cuidado es una obligación moral para los ciudadanos. Como tal es un deber comparable al compromiso del sol que cumple fielmente con su salida por las mañanas para entregarnos las delicias trascendentes de sus maravillosos atardeceres.

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Un comentario para “Programa 150: El patrimonio natural de Chile, una maravillosa identidad ante el mundo”

  • Horacio Peralta-Marinkovic:

    Quedé gratamente impresionado con presentación. Se la he enviados a amigos y amigas para que la disfruten tanto como yo la disfruté. Los felicto por su buen trabajo.

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