Programa 151: La Tradición del Mate, antigua como la patria.

Fuente: http://www.guiadecabanias.com


(Emisión del 10 de junio de 2012)

Tu cuerpo de avispa graciosa
Me convierte en un disparate
No te canses de batir las alas
No dejes que la pena me mate

Tu pelo luminoso es viento
Tu aroma un gran acicate
Tu piel suavecita de arcilla
Hacen que mi alma se mate

 

Estimados auditores, hemos iniciado el programa en versos que llevan sentidos intensos. La idea es abordar una costumbre tan antigua como la juventud de sus aromas. Aunque las rimas rematen en la palabra mate, no buscamos referirnos al mate de la muerte sino que optamos por ese mate de los sabores y calores del alma.

Hoy conversaremos sobre la tradición notable que permanece con diversas intensidades en el país y una mayor profundidad entre las materas y materos de los campos y ciudades chilenas. El mate, de brebajes acostumbrados y contenidos dulzores de aguada calidez, es una instancia social dueña de palabras y yerba clara.

Una nación es el espacio territorial donde un grupo de personas comparte experiencias y modos de vida. En ambientes tan disimiles como Chile, queda contenida una heterogeneidad de riquezas resguardadas en identidades propias. En ellas no hay criterios comunes preestablecidos sino la expresión pura de la diversidad.

Entre las bullentes costumbres llama la atención un pequeño y especial recipiente con un asa u oreja constituido de distintos materiales eficientes para conservar el calor. En su interior el agua caliente o la leche, con o sin malicia, más unas cucharadas de yerba y azúcar, originan una infusión que beneficia la vida.

El mate resopla resabios rioplatenses y pareciera una costumbre chilena  poco común. Aunque las hojas de té han decolorado a la yerba, ello no siempre ha sido igual. En épocas históricas más intensas y aún hoy en muchas localidades del país, el mate se ha ocupado de encontrar un espacio grande en la identidad nacional.

La yerba mate (Ílex paraguaiensis), es una planta originaria de los ríos Paraná, en Paraguay, y el curso superior del Uruguay. Sus adeptos en Chile lo importan y tiene especial vigencia en la zona centro y sur. En Coyhaique, un monumento lo realza como el rito social de “matear” que es mucho más que beber un simple brebaje.

El consumo de infusiones calientes es de antigua data en el mundo. Se relaciona con muchos aspectos del devenir humano, como la necesidad de hervir el agua por razones sanitarias. También es de peso la preferencia de tomar agua caliente dados los beneficios de su calor para la digestión de los sabores de la vida.

La adición de hojas a una infusión tiene como destino mejorar el sabor del agua y aprovechar las propiedades medicinales o estimulantes de las plantas. Las bebidas calientes de consumo más antiguo en Chile son la yerba mate y el chocolate, ambas de origen americano; a ellas se sumaron, posteriormente, el café y el té.

El mate tiene asentados rituales de preparación y consumo. El uso de la bombilla es único y  aunque varíe su estilo y estética, ella cumple la primordial función de llevar la infusión a la boca. Este tubo metálico, también de caña en el pasado, es usado en comunidad como costumbre social de las personas que matean en grupo.

El matear intensamente es costumbre propia de Argentina, Uruguay y Paraguay, aunque también se lo toma en Brasil, Bolivia y Perú. En Chile, era una bebida ya presente en los primeros años de vida independiente. Se afirma que la yerba llegó al país en 1558 con la expedición del gobernador Alonso de Sotomayor.

“Mate” viene del quechua “mati”, o “calabaza”, debido a ser el primero de los característicos recipientes que contienen la infusión.  En el siglo XVII, se tomaba varias veces al día la entonces llamada “yerba del Paraguay” o “yerba de los jesuitas”. Su uso era relevante en los agasajos ofrecidos en los campos o en hogares citadinos.

En el año 1822, la ilustrada viajera María Graham relata que las conversaciones eran acompañadas de sendos mates, sea por las mañanas o después de la siesta en la tarde. Esta era una costumbre transversal de la sociedad chilena practicada en distintos lugares emblemáticos para la actividad social de la época.

Muchos personajes de nuestra historia fueron asiduos materos, como Mateo de Toro y Zambrano, Bernardo O’Higgins, Javiera Carrera, La Quintrala, Diego Portales y Gabriela Mistral. El placer continua cálido en las habitaciones o cocinas de las casas, en los jardines, en las faldas de los cerros, o debajo de frondosos árboles.

El ritual del mate implica el uso de elementos y artículos de traslado complejo y cuyo uso demanda un tiempo y un espacio adecuado. Es importante que el agua no se enfríe, por lo que de manera natural los mateadores se agrupan en torno al fuego, lugar donde brota espontáneamente un ingrediente notable: la conversación.

La costumbre se liga a una vida social. Con su ritmo apacible y sosegado, se hace apto para la creación de lazos y la integración con los prójimos. La tradición incluye un terrón de azúcar, puesto antes de la yerba, y en algunos casos, de la adición de leche, hierbas naturales y algún tipo de picardía, como el aguardiente.

La transformación de objetos cotidianos en piezas de arte también es parte de la tradición del mate. La original y rústica calabaza fue apoyada por la fineza de la plata y la porcelana, pasando por diversos envases como la loza y metales capaces de contener la infusión. Así la diversidad combina hoy la belleza con el utilitarismo.

Muchos plateros chilenos emplearon el metal con habilidad consumada para dar origen a recipientes y vajillas únicas o sobriamente combinadas. Cabe destacar que en Chile hubo mates de plata desde antes que en Argentina y Uruguay, países que hoy son los reyes indiscutidos en el uso, consumo y compenetración con la yerba.

Un mate bien cebado es aquel que permite dar al menos tres sorbos largos. En el lenguaje de su consumo se encuentran afirmaciones como: mate amargo puede interpretarse como indiferencia, y mate dulce es mensaje de amistad. En cualquier caso no se deja de lado que en su ingesta hay una conexión con el alma de Chile.

El acto de usar el mate es muchas cosas a la vez. Es una bebida que calienta el cuerpo en noches de invierno o atempera el alma en días de calor. Puede ser una ronda de amigos, o una instancia de tertulia, o una guitarra templada por el fogón. El mate interpreta los atardeceres en el mar o los mensajes de luna llena. Pero por sobre todo, es un sentimiento de antiguas rutas transitadas por la unión con los demás.

Mate amargo, se acaba la ilusión
Mate dulce, solo es pura amistad
Mate con miel, casorio de verdad
Mate y cedrón, un sí sin condición
Mate toronjil, enojo de proporción
Mate con canela, si me interesa
Mate y limón, no verte es finesa
Mate con leche, amistad respetuosa
Mate y naranja, que vuelva presurosa
Mate de la vida tú calor me confiesa

 

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