Programa 156: La Virgen del Carmen, La Patrona y Reina de Chile

Fuente: www.latercera.com

(Emisión del 15 de julio de 2012)

Oh, madre, Santa María
Del Carmen, reina y señora
Has despertado la aurora
De la bella patria mía
De pequeña te sentía
Fresca como una campana
Reluciente y soberana
Del color de la madera
Te prendiste en mi bandera
Lucero de la mañana

La décima de nuestra amiga y cantora popular, Cecilia Astorga, introduce el programa de hoy dedicado a la Virgen del Carmen que acompaña la historia del país unida a la forma de ser, a las raíces y a la idiosincrasia chilena. Su devoción amanece en la ritualidad de las ceremonias oficiales y acompaña el día a día de la religiosidad popular.

La Virgen se trasladó con los primeros expedicionarios amantes del culto en sus patrias originarias. Desde entonces ha sido el sostén espiritual en trances como las guerras de Arauco, de la Independencia y del Pacífico, y ante los peligros de volcanes inquietos, terremotos desoladores, inundaciones históricas, y sequías abrazadoras.

La devoción llegó en dos fuentes primordiales aún vigentes. Una se desarrolló entre el norte chico y la frontera mapuche fortalecida por las monjas carmelitas y los agustinos desde fines del siglo XVI. La otra fue generada en el norte, particularmente en el pueblo de la Tirana, que guarda sus orígenes hacia 1540 ligados a la cultura andina.

Fuente: http://nuestramadredelatirana.blogspot.com/

Desde entonces la Carmelita ha sido un símbolo que fomenta la unión entre los chilenos. Ejemplos más recientes de ello, son la Iglesia de El Salvador levantada como un lugar de reconstitución de la unidad luego de la guerra civil de 1892, y el Templo Votivo de Maipú en respuesta al compromiso establecido en la independencia.

La Virgen ha permeado hacia el patrimonio del arte, las fiestas, el canto, la danza, la vestimenta y los instrumentos en los cientos de celebraciones, pequeñas o enormes, que le acompañan por Chile. En ellas se adora a la carmelita, la virgencita, la patroncita, la chinita, y se respeta a la señora, la reina, la generala, la abogada.

A la Carmelita se le baila con devoción, se le canta en décimas con guitarrón y rabel, se la viste con los mejores y más lindos trajes, se le adorna con flores, guirnaldas y coronas, se le construyen ermitas, se porta ropa y escapularios en su memoria, se la adora al interior de las casas en todo el país, y se la celebra como Dios manda.

Fuente: http://www.novumeditorial.com/

Imagen de una realidad invisible, las cintas de colores recorren el santuario alcanzándolos a todos, a semejanza de la misericordia de la Virgen.

Las hebras de la fe tejen el manto de la religiosidad popular. Una punta de ellas es graficada en la fiesta celebrada en una localidad de Chile central, ocurrida hasta muy pocos años atrás. Con seguridad sigue levantándose cada dieciséis de julio en muchas casas y familias donde el humo de los techos refleja vida plena al interior de los hogares.

Al entrar a la casa una galería amplia y espaciada permite el encuentro frontal con la Virgen del Carmen, instalada en un altar estratégico rodeado de flores frescas y olorosas. La familia está en plena actividad para agradecerle su protección de todo el año y también en respuesta a una tradición de seis décadas.

Las rezadoras, amigas de la familia, han rezado la novena durante nueve noches. Acicaladas, bien peinadas y vestidas de oscuro se presentan para no enojar a la Virgen con ropas inadecuadas. La conversación bajita es señal de adoración y de resguardo de la voz para que luego se escuchen nítidos los ruegos y agradecimientos.

La preparación de la fiesta ha sido tarea de todo el año con la engorda de pavos, chanchos, pollos, conejos y demás insumos. Por supuesto la guarda de un buen vino era una tarea trascendente. Las garrafas de pipeño, las cajas de pisco y las chuicas con aguardiente destilado de la última vendimia, eran parte fundamental de las bebidas.

Para la celebración no había invitados. Todo el pueblo sabía que se saludaba a la Carmelita y que las puertas de la casa estaban abiertas para quién quisiera ser partícipe de ella. Total comida, trago y afecto nunca faltaron y la presencia era una forma de mostrar el aprecio por los dueños de casa y la familia, y el amor por la Virgen del Carmen.

Los invitados llegaban lentamente y luego de saludar a la dueña de casa pasaban directo a la bodega. Allá les esperaba el pipeño como saludo, unos anticuchos para tranquilizar el estómago y una conversación franca para recordar las fiestas de años anteriores y particularmente reseñar los resultados de la vida en el año recién pasado.

http://www.tarapacaonline.cl/

Para llegar al campo de entrenamiento previo había que espantar los perros y sortear el barro de la lluvia de invierno que caía como si faltara trago. El nerviosismo interno se reflejaba en el rostro de la familia: ¿Cuántas personas acompañarían este año a la Virgen? Una mala fiesta sin duda es un presagio feo para el futuro de todos.

Primero se instalaban los rezos, luego la misa, y posteriormente los deseos de tranquilidad, salud y buen pasar amparados por la Virgen. Luego se consumían canapés de pana de pollo, paté y mayonesa casera, y unos anticuchos de cerdo para prepararse ante la comida de verdad, que se iniciaba con arrollados, papas y ensaladas.

Unos fondos grandes con abundante curanto o pulmay y la obvia repetición, aplacaban los apetitos. Las mesas con pavos grandes, gallinas y pollos, conejos, arrollados de malaya y una chanchita criada para la ocasión, más la carne de vacuno para los asados previos, delataban la intensa actividad preparatoria de la fiesta.

En las mesas los jarros y botellas de pipeño tinto y blanco eran rellenados una y otra vez para calmar la sed de cuerpos atacados por la comida. La torta casera de manjar y merengue de huevos campesinos aseguraba que las visitas no pasaran hambre. Por mientras todos se persignaban cada vez que pasaban por delante de la Carmelita.

La orden impartida por la dueña de casa y cumplida por los asistentes, sacó al patio las mesas y bancas. Entonces la orquesta inició las primeras cuecas para la Carmelita, las que fueron seguidas con horas de cumbias, corridos, guarachas, tangos, y cuanto ritmo solicitado por los devotos ahora convertidos en incansables bailarines.

Se iniciaron así curiosas corrientes humanas que fluían hacia la galería cuando tocaba la orquesta y hacia los tragos cuando había un intermedio, pero sin olvidar de persignarse cada vez que pasaban frente a la Virgen. ¡! Que viva la Virgen del Carmen!! Que viva la dueña de casa! Que viva el pipeño! Que vivan todos los presentes.

Los discursos de agradecimiento a los dueños de casa dieron paso a un consomé de gallina para resucitar a los durmientes sentados en paz con la orquesta. A las seis de la mañana salieron las primeras visitas afirmadas en las ancas del pipeño, pero no sin antes sacarle alguna de las últimas presas a los restos de la chanchita.

En la mañana siguiente la casa absolutamente limpia no delataba la intensidad de la fiesta. Las mujeres, que aún seguían sin acostarse, habían laboriosamente arreglado las evidencias de la celebración. Mientras tanto la Virgen ya descansaba en el dormitorio de la dueña de casa en espera de la visita de sus fieles al año siguiente.

En la otra punta de la hebra de la fe, la adoración a la Virgen del Carmen adquiere una expresión multitudinaria en la localidad donde se inició su veneración en Chile. La Virgen de La Tirana atraviesa los mares y cruza las montañas hablando de leyendas donde el desierto florece perdido en la soledad pampina del mes de Julio.

Estas expresiones nortinas tienen consistencia propia marcada por las danzas, las vestimentas, los colores y las sonoridades de la música. Como una primavera perdida en el tiempo, los soles multicolores le bailan a la Chinita, por medio de las Hermandades Religiosas que inician sus homenajes en El Calvario a la entrada del pueblo.

En el altar mayor se amalgama lo sagrado con lo profano, la leyenda con la creencias religiosas, alumbrando la huella de la esperanza. Es una jornada única que actualiza con gran energía y entusiasmo la antigua tradición de una ritualidad que fusiona la cosmovisión indígena con el evangelio católico de la colonización hispana.

La devoción a La Carmelita acompaña a los chilenos como una madre. Su fe está tan arraigada que se estima que ella es nacida y criada en Chile. En ese marco, la Fiesta de La Tirana es una manifestación multitudinaria de cómo la religiosidad popular vincula lo divino y lo terrenal originando expresiones únicas de nuestro patrimonio cultural.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Deja un comentario

Información de Contacto


Dirección: Miguel Claro 509, Providencia - Santiago de Chile
Teléfonos(Mesa Central): +56 (02) 29771570
E-mail: radioantumapu@gmail.com

Noticias Anteriores

Video destacado

Entrevista a los Antumapitos en la previa de su concierto del 11 de octubre