Programa 138: Fiesta de la vendimia, el encuentro con los sentidos de Chile.

Fuente: CCV.cl

Emisión del 11 de marzo de 2012.

David Rosenmann Taub indica en su poema LA TIERRA DE VENDIMIA

Viniendo que me viene
la uva bendita,
me crecen por los ojos
cimas y cimas
del terco surtidor
de la alegría,
en espumas frondosas
de maravilla:
viniendo que me viene
la uva bendita.

Claudio Solar escribe en DE AQUÍ NO SE LIBRA NADIE:

 

Ya está el esquinazo puesto
sobre la arena del día
y en la raíz del lucero
la canción amanecida.
Salió al tablado la cueca
y el vino hacia la sonrisa;
en los vasos de la fiesta
se está encendiendo la vida.

Estimados auditores, recomenzamos hoy la cabalgata por Chile, su Tierra y su Gente cuando se va el verano y se acerca el otoño en esta larga flecha que apunta al sur del mundo. Iniciamos el recorrido cuando el verano pierde colorido y el país se prepara para el frío y aletargado invierno.

Los amantes del vino mantienen una tradición antigua y amable con los sentidos de la vida, cuya expresión máxima es la cosecha de las preciadas uvas que lloran en mostos de identidad chilena. Son lágrimas acumuladas en la tranquilidad de las parras, mudos testigos de la mezcla patrimonial de agua, suelo y  sol que caracteriza a nuestra tierra.

Luego de la dulce espera, deviene la época de fiestas, mesa abundante y sonoros brindis entregando alegría y también deseos de asegurar que la cosecha de las vides sea suficiente para alimentar los sentidos humanos.  Es Chile que se encuentra en fiesta agradecida porque madura la uva y se viene el vino oloroso.

Fuente: http://enlarutadelvino.blogspot.com/

Nadie discute la reconocida calidad de los vinos chilenos. Pero la reacción del paladar al beso de las copas que exprimen botellas tiene una historia larga. Los racimos organizados en granos contienen el sumo que luego la tecnología transforma en un producto oloroso instalado con orgullo en el mundo.

La enorme variedad de climas, que van desde el desierto nortino hasta el frío antártico y el conjunto de estaciones marcadas en el centro, permiten que las uvas maduren tranquilas y acomodadas a la variedad de los territorios. Tal como ocurre con todas las cosas, la diversidad del país también se muestra en sus vinos.

El vino forma parte de la cultura chilena desde hace más de 400 años. En 1551, diez años después de la fundación de Santiago, don Pedro de Valdivia informaba al rey de España que en el Nuevo Extremo los vecinos ya disfrutaban de sus propias y excelentes uvas. Cinco años más tarde los santiaguinos bebieron las primeras copas de un auténtico vino chileno.

Ese mosto provení­a de la primera vendimia nacida en el reino, en la hacienda que don Francisco de Aguirre poseí­a en Copiapó de la Selva. La primera cosecha se hizo con coraza y espada al cinto, y avanzó al golpe de palos y pies de los yanaconas o indios de servicio recibidos como parte de la encomienda por la conquista de Chile.

En tiempos de la Colonia, las mejores vendimias se hicieron en las viñas de los conventos, particularmente de los jesuitas en sus haciendas de Calera de Tango y la Compañí­a. También adquirió valor en los Domí­nicos con su vieja viña de la Recoleta que, con el tiempo, se conoció como la Viñita.

A partir de 1851, Don Silvestre Ochagavía inició la sustitución de las antiguas cepas por variedades clásicas francesas, tales como el cabernet sauvignon, merlot, pinot noir, riesling y sauvignon blanc. Este importante cambio sentó las bases de la producción vitivinícola nacional de la actualidad.
En tiempos actuales más de 500 viñas producen vinos en Chile y más de mil etiquetas conforman la oferta de sabores, olores y colores asociados a  los mostos de esta larga y angosta faja de tierra. Junto a ellos también germinan  costumbres originadas en los distintos viñedos de los fascinantes rincones y pueblos chilenos.
 

La ciencia identifica centenares de tipos de aromas en el vino que activan la memoria y los recuerdos. Ellos provocan sensaciones en los sentidos humanos. Abre corazones y conversaciones, enamora y cura desengaños, desata nostalgias y alegrías, y bebido con moderación incluso aporta beneficios a la salud.
La historia del vino se ha entrelazado con otras actividades humanas como la agricultura, la cultura y la gastronomía. Las evidencias arqueológicas indican que la producción más antigua proviene de los años 6.000 al 5.000 a. C. Los primeros cultivos de la uva ocurrieron en la edad del bronce en lugares cercanos al Oriente Próximo, Sumeria y Antiguo Egipto.

Llega Marzo y muchos chilenos  comienzan a soñar con la “vendimia” o recolección y cosecha de la uva. También se concentran las oraciones a San Isidro, para que el clima favorezca la buena madurez y recolección de la fruta. Es el momento más esperado de las bodegas ya que se juega en gran medida la calidad de los vinos. 

En esta época la vida es intensa en los viñedos con la  corta y carga de la uva. La vendimia es una actividad comunitaria que en la actualidad se contrata, pero que en el pasado era premiada por los productores con actividades festivas por el trabajo eficiente de  la minga solidaria. Los participantes recibían comida y vino abundante y la promesa de apoyarlos en su posterior cosecha.

Fuente: http://cuadernodepoesia.blogspot.com/

Es aquí donde nacen muchas tradiciones típicas del campo chileno, tales como las Fiestas de la Vendimia que, además de celebrar la cosecha de uvas, marcan el fin del verano. Estas fiestas son excusas perfectas para abrazar lo más granado de las tradiciones del campo chileno combinadas con la cosecha de las uvas.

Entre las fiestas más conocidas se encuentran aquellas de los valles de Codpa, de Copiapó,  del Huasco,  del Elqui,  del Limarí,  de Aconcagua,  del Maipo,  del Cachapoal,  de Colchagua,  de Curicó,  del Maule, y del Itata. También existen muchas localidades particulares donde la vendimia tiene jornadas emblemáticas, tales como Pirque, Curicó, Santa Cruz, San Javier y Casablanca.

La fiesta de la vendimia ha adquirido masividad en los últimos 30 años junto con la puesta en valor del vino chileno. Ahora se recrean las fiestas llevándola a las plazas y espacios públicos de ciudades y pueblos. La primera de ellas se inició en Curicó, incluyendo ceremonias religiosas, carros alegóricos, elecciones de reina, competencia de pisadores de uva, y muestras gastronómicas y de artesanías. Las tradiciones engalanan e incorporan la vendimia en distintos ámbitos de la vida nacional.  La Oda al Vino de Pablo Neruda destaca los aspectos más relevantes de esta ancestral costumbre de ordeñar las parras:

 

Vino color de día,
vino color de noche,
vino con pies de púrpura
o sangre de topacio,
vino, estrellado hijo
de la tierra,
vino, liso
como una espada de oro,
suave
como un desordenado terciopelo,
vino encaracolado
y suspendido,
amoroso,
marino,
nunca has cabido en una copa,
en un canto, en un hombre,
coral, gregario eres,
y cuando menos, mutuo. 

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