Programa 129: Pomaire, la memoria del patrimonio vivo

Fuente: http://tmlascondes.cl/

(Emisión del 27 de noviembre de 2011)

 Alfarera de Pomaire
que bruñiste mi tristeza
con la esperanza loca
de un mañana incierto
Alfarera de Pomaire
que del barro de mi amor
transformaste mi querer
en vivir una ilusión.
Un instante muy profundo
junto al borde del camino
Alfarera de Pomaire
donde mi beso fue el sino
de distintos amores
de diversos destinos.

Alfarera de Pomaire
que una mañana florida
me robaste la sonrisa
y la dejaste escondida.
Alfarera de Pomaire
con tus besos bruñiste
la alegría ,de mi alma
y me dejaste muy triste.
Alfarera de Pomaire
que mi cuerpo bruñiste
con tus manos de seda
y que el deseo consumió
al fundir nuestras almas
en un amor que nos robó
el instante eterno del existir.

 

El poema Alfarera de Pomaire, escrito por Héctor Figueroa Vivanco en el año 2010, nos traslada al centro de atención de nuestro programa de hoy. El pueblo de Pomaire ubicado en las inmediaciones de la Región Metropolitana despierta dormido en la conciencia nacional que ve en esta localidad la esencia de la historia y del patrimonio de los chilenos.

En lengua quechua, Pomaire significa “cueva de salteadores”, nombre extraño para una zona de artesanos heredera de las antiguas tradiciones de los pueblos originarios. Su nombre proviene de un indio que habitaba el lugar, un curaca o gobernador del cacique, quien en 1482 llega con un grupo de indígenas a esta fértil tierra.

El curaca Pomaire eligió un lugar con agua y suelos planos, combinado con palmas chilenas, maitenes, boldos y espinos. Allí se inició el centro alfarero con base en las costumbres originarias y en la necesidad de los recién llegados de proveerse de artículos utilitarios como loza y ollas de cocina. Desde entonces el proceso de trabajar la greda, o arcilla moldeada con las manos, se ha transmitido de generación en generación.

El pueblo de indios fue trasladado de lugar numerosas veces por los encomenderos y hacendados entre los siglos XVI y XVIII. Su ubicación actual data de 1771. Desde esa fecha, ya se encuentra cierta especialización alfarera, gracias a la riqueza de las gredas usadas en artículos para la venta y para el trueque por alimentos en Talagante y alrededores de Melipilla.

Esta herencia indígena, pero con pasado campesino, parece haberse reforzado cuando el cacique Juan Bautista Salinas incentiva a los habitantes del pueblo a elaborar cerámicas para venderlas en Valparaíso y posteriormente en el santuario de la Virgen de Lo Vásquez. La actividad y la greda fueron llamando a las personas que crearon una localidad rural cada vez más importante.

Fuente: Educarchile.cl

Con el paso del tiempo las antiguas haciendas se subdividieron formando pequeñas parcelas, lo cual cambió la fisonomía del pueblo con la concentración de viviendas. La urbanización transformó a Pomaire en una localidad con la alfarería como principal sustento de las familias. La pequeña agricultura, que era significativa, en la actualidad se ha casi extinguido, aunque en sus alrededores la modernidad ha instalado viñedos, parronales, paltos y limones.

Pomaire se ubica en la comuna de Melipilla, a sólo 50 km de Santiago, en uno de los hermosos valles de la cordillera de la costa. Posee un pasado colonial que se mantiene en sus construcciones de adobe y la artesanía local que lo hace uno de los pueblos más conocidos de nuestro país. Su tradición alfarera es de mucho antes de la conquista de los españoles.

La greda es trabajada con un gran potencial creativo asociado a tres grupos. Las miniaturas, o pequeñas figuritas elaboradas con gran minuciosidad con motivos campesinos y religiosos, las decorativas de mayor tamaño y motivos libres, y las utilitarias como ollas, pailas, fuentes, maceteros y tinajas. Los artesanos que conservan la tradición usan técnicas de fabricación en torno y de tipo tradicional enteramente a mano, que es la que caracteriza verdaderamente a Pomaire.

Durante décadas, la alfarería fue una actividad femenina. Los hombres trabajaban en las haciendas y las mujeres se quedaban a cargo de sus hogares. Ellas ejercían el oficio de artesanas y su trabajo les proporcionó una significativa independencia económica. Cuando la tradición ya se instaló se fueron incorporando los hombres al amasado de la arcilla.

Fuente: Educarchile.cl

Pomaire es un pueblo que ha ido evolucionando y no siempre para el bien de sus costumbres. La modernidad le ha quitado valor al trabajo depositado en las artesanías. Antes las  calles de tierra y las casas de barro decoraban el entorno de la greda. Hoy los caminos toman el color del cemento y las casas se visten de maderas ante la inclemencia de los terremotos. Los tornos ha ido reemplazando la imaginación de las manos.

La transformación de Pomaire hacia el turismo ha conllevado mejoras. Por ejemplo, lo gastronómico ataca con las comidas de campo. Las carnes de cerdo, cazuelas de ave, charquicanes, pasteles de choclo, empanadas de un kilo, chichas de uva y mote con huesillos desafían los jugos gástricos a punta de siestas reparadoras.

Este pueblo se mantiene en las centurias de la vida nacional con las manos sencillas que elaboran los materiales ofrecidos por la naturaleza. Ahora se entrelazan con los sabores centrinos y sus costumbres transmitidas de generación en generación para mostrarnos como en el Chile profundo transitan las herencias del mestizaje.

Rumbo a la costa se amanece Pomaire, esa paloma de greda en el decir de Neruda. En sus infinitas formas del barro amasado por manos nobles llenas de identidad están contenidos los sueños antiguos del patrimonio chileno. El pueblo transforma sus calles en una mesa extendida con pinceladas de tierra y sensibilidad, y en sus patios humeantes se hornean tanto las arcillas impregnadas de sueños como los sabores de tierra que alumbran la vida.

Pomaire necesita atención. El patrimonio llama a su rescate para sostener las antiguas técnicas, muy anteriores a la llegada del torno, para que no sea desvirtuada la pureza de la tradición por la venta oportunista de objetos sin alma. Es importante que el turismo tenga presente el alma de Chile en cada uno de sus legítimos afanes.

Iris Cadelago de Argentina construyó una referencia a Pomaire en el III Encuentro Tras las Huellas del Poeta – Chile 2007 – Poetas del Mundo, reflejando las esencias que surgen desde lo antiguo erguido en las cercanías de la modernidad. Allí se enarbolan las banderas del barro antiguo y futuro flameando entre los chilenos que habitan la zona central.

 

¡Pomaire!

El color de tus calles…
El aroma de la siesta se pasea entre el gentío, camino despacio, como recordando ese patio florido, sus cazuelas, el pastel de maíz, el vino… su gente.
Callecitas tímidas bajando quien sabe a qué río que nunca llegué.
Sé que volveré Pomaire, tu nombre es poesía cocida en vasijas de barro.
La conversación se hace lenta, profunda, llegamos a los orígenes de nosotros mismos para despertar en el sabor de las manzanas o en un brochette de fresas y uvas acarameladas, invitándonos como niños a saborear el encuentro…. algo más de este encuentro, que como Pomaire, nada era casual.

 

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