Programa 116: Las Floristas de Santiago, colores de la esperanza.

(Emisión del 28 de agosto de 2011)

¿Quiere flores, señorita.
Quiere flores el señor?
Tengo rosas muy bonitas
Para cualquier ocasión.
Las hay blancas como novias
Las hay rojas de pasión
Y unas algo paliditas
Cuando es puro el corazón
¿Quiere flores, señorita.
Quiere flores el señor?

Estos son los versos que identifican a “La Pérgola de las Flores”, esa inmortal obra de Isadora Aguirre y Francisco Flores del Campo que, con la alegría de las palabras, fue cantada por primera vez en 1960 en el escenario del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica de Chile. En ese momento apareció un nuevo fenómeno en el teatro chileno con la puesta en escena de una obra musical. El argumento central de La Pérgola de las Flores se basa en acontecimientos verdaderos ocurridos en 1910 cuando un grupo de floristas se enfrentó a las autoridades en defensa de su pérgola ubicada en las afueras de la Iglesia San Francisco.

La obra se inicia con la llegada de la Carmela, una encantadora mujer del campo, que llega a Santiago para trabajar en la pérgola con su madrina. En la mayor parte de los actos, las pergoleras luchan para salvar su espacio de vida a través de protestas y esfuerzos que influyeran en el voto del alcalde respecto al señalado proyecto. Al final, se logra preservar la pérgola y como una buena historia de amor, los personajes centrales de Carmela y Tomasito terminan juntos enredados en sus gráciles y tiernos amores.

Sin embargo, la obra es más que la puesta en escena de un espectáculo artístico. Los autores plasmaron una trama con la identidad urbana de aquel entonces y que se mantiene incólume en distintos lugares. Además, pusieron en relieve tanto el papel de las floristas en el embellecimiento de la ciudad así como su aporte al patrimonio cultural chileno. La pérgola tuvo su origen a comienzos del siglo XX, cuando casuales floristas ofrecían la hermosura de sus flores a los fieles que asistían a misa los días domingo. En 1910, el alcalde les entregó mesones que transformaron ese espacio en el Mercado de Flores oficial de Santiago.

Posteriormente, se consolidó el lugar con una construcción sólida de pilares y puestos establecidos, constituyendo un paisaje urbano que cautivó al imaginario colectivo por generaciones. En la actualidad, el nuevo edificio que renueva la infraestructura de la Pérgola de las Flores y el Mercado Tirso de Molina o “Vega Chica”, se encuentra en el tradicional barrio Mapocho. Por supuesto, la construcción incorpora tecnología para la mayor conservación de la maravilla contenida en las flores.

Pero que hay detrás de esta antigua tradición chilena que embellece los espacios públicos y emblemáticos de pueblos y ciudades? Qué se esconde en la fragilidad y colorido de esos pétalos que alimentan el espíritu humano en sus sentimientos más profundos? Señores auditores, la respuesta es sorprendente. La evidencia científica muestra que hay huellas de asociación entre flores y humanos ya durante la edad paleolítica; es decir, desde la etapa geológica que comprende el período más primitivo del ser humano y que abarca desde el momento que éste aparece en la Tierra hasta que aprende a manejar la agricultura y los animales.

Los sentires son expresados a través de flores delicadas, multifacéticas y coloridas. Además, de embellecer la vida y el espacio humano, ellas se usan como un regalo, como una tradición, o como un presente ante ocasiones especiales. Las flores claras y delicadas funcionan mejor para engalanar una boda. Aquellas brillantes y llenas de colores son más apropiadas para saludar un cumpleaños. Unas rosas amarillas son adecuadas para el día del amigo, o las variadas tonalidades rojas, blancas y amarillas para San Valentín, o esos ramilletes más alegres y vivos dan una cálida bienvenida al niño recién nacido.

Probablemente las flores sean el regalo más popular en el mundo. Aunque sea por medio de un ramo, escogido con cuidado, o sólo en una simple flor, se está seguro de transmitir un sentimiento que se entenderá con facilidad. No es sólo porque las flores son exquisitamente hermosas y tengan un perfume estimulante, sino porque llevan con ellas la frescura de la naturaleza. Por ello, consideramos que las flores apelan a todos los sentidos y alegran nuestras vidas y corazones.

Las flores no sólo expresan el sentimiento exacto, sino que según sea su tipo o color o sensación transmiten una emoción diferente. Las personas las han utilizado para representar sus amores y para conmemorar rituales y fechas importantes. Todas las formas del arte las asumen como parte de su creatividad. Su uso está en la música, libros, pinturas, esculturas, cerámicas, tapices, y chamantos, entre otras expresiones de la cultura. Los científicos indican que hay más de 270.000 especie de flores que han sido documentadas en el mundo.

La naturaleza en general, y las flores en particular, ha tenido una impresión significativa en los estilos musicales. Su mención está presente en la mayoría de las canciones cantadas por las tribus aborígenes y también en las creaciones más modernas. Muchas investigaciones y estudios de folklore indican que los nativos cantan espontáneamente canciones y expresan juegos donde la música se vincula con las flores y otros objetos naturales.

Desde los tiempos más remotos, las flores cuentan la historia de nuestra vida. Unas veces nos hablarán de la amistad y el amor, y otras del desamor o la soledad. Sólo hay que saber escucharlas e interpretarlas adecuadamente. Las flores simbolizan la expresión anímica de la naturaleza humana y también se afirma que ellas conducen a la sensibilización del alma. Aquél que la pierde y deja de asombrarse con la belleza de una flor, entonces hace morir su interior y pierde la sensibilidad por la vida dulce.

Las cultoras naturales de estas bendiciones de la naturaleza y del moldeamiento de los espíritus son, sin dudas, las mujeres que cultivan la tradición. Su esfuerzo se refleja en ese ejemplo que se ha conocido como la Pérgola Santa María, al costado del río Mapocho. En los inicios ellas vendían flores en tarros y baldes a lorillas del cauce. En la actualidad laboran en pérgolas, donde construyen la vida de su familia a base de una tenacidad que le ha permanecido mejorar la educación de sus hijos y disponer de una mejor calidad de vida.

Este sacrificio resulta en una convivencia entre el patrimonio e identidad chilena y un mejoramiento de las condiciones de trabajo para los propios cultores de oficios tradicionales. Todo ello les da la fuerza necesaria para continuar con una costumbre centenaria que identifica plazas, centros comerciales, mercados, cementerios y tantos espacios que demandan de la potencia y sosiego de las flores.

Este extracto de la poesía anónima “Flores de mi pueblo” muestra como la identidad puede reflejarse en coloridas alabanzas de los sentimientos humanos:

“En mi pueblo las flores son distintas,
huelen diferente y eso tiene una explicación,
tú vives allí y eso dice muchas cosas.
Las flores de mi pueblo tienen tu perfume,
tu aroma, tus vivencias, tu historia.
Las flores de mi pueblo huelen a ti,
es por ello que la fragancia es bella
y hace palpitar locamente a mi corazón”.

Las flores brotan en el cancionero popular de nuestra querida Violeta Parra que, como las mujeres floristas de nuestra patria, se impone en los jardines humanos para hablar de su fraternidad y las necesarias demandas de encuentro y solidaridad.

En los jardines humanos
Que alumbran toda la tierra.
Pretendo de hacer un ramo
De amor y condescendencia.(…)
Permiso para cortar
La flor del comprendimiento,
La yerba de la esperanza,
La hojita del sentimiento. (…)
En el centro de mi ramo
La rosa del corazón,
El árbol más amistoso
Y el fruto de la pasión.

Ofrecemos un homenaje a esas sensibles, amables e incansables luchadoras naturales que llevan su sensibilidad a flor de piel, la que permite ofrecer los secretos naturales y espirituales contenidas en cada pétalo, en cada color y en cada espina de las flores que acompañan a la humanidad. Como un símbolo de este reconocimiento dedicamos este verso a una florista del patrimonio y la identidad chilena, a nuestra querida Meme Barros:

Florista de la cultura chilena
Mujer de nuevos y bellos primores
Nuestros corazones harían contigo
Lo que la primavera con las flores

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