Programa 106: LA MAGIA E IDENTIDAD DE LA NOCHE DE SAN JUAN

(Emisión del 19 de junio de 2011)

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Para el profesor Fidel Sepúlveda los chilenos están tironeados por dos fuerzas poderosas que los jalan desde un extremo a otro, concluyendo que “nos lleva a pensar que vivimos entre dos realidades: la realidad del mito y el mito de la realidad”. Ambos espacios, entre otros aspectos, se expresan a través de la inagotable fuente de la cultura popular, adoptando la forma de cuentos, mitos, leyendas, cantos, poesías, adivinanzas y todo aquello que pertenece a la oralidad.

Don Fidel se adentró por el alma del país reconociendo los varios Chiles incluidos en las diversas manifestaciones germinadas en su largo y angosto territorio. Una de ellas es la Noche de San Juan, celebrada el 23 de junio de cada año, en la víspera del día del santo. En uno de los meses considerados santeros y llorones por la presencia de santos y lluvias, la Iglesia celebra la fiesta de San Juan Bautista. Cuenta la tradición que Santa Isabel, madre del santo, encendió una hoguera para avisar a la Virgen María cuando estaba a punto de dar a luz. San Juan nació a la medianoche del 23 de junio, siendo hoy el único santo al que se conmemora en su nacimiento.

San Juan es una festividad, presente tanto en Chile como en otros países, asociada a la vigilia de “la noche más larga del año”. La celebración es una velada en la cual también la magia, las leyendas y los misterios de la tradición se manifiestan en la plenitud. Se abre la puerta al conocimiento del futuro y a las dimensiones mágicas de la realidad, donde los entierros arden, el diablo anda suelto y los campos y localidades son bendecidos por el Santo. Quien realice con fe las “pruebas de San Juan”, con toda seguridad obtendrá muchas respuestas a sus interrogantes.

Pero también hay otras coincidencias. Hay dos momentos del año en que es máxima la distancia angular del Sol al ecuador celeste de la Tierra. Esos son los llamados solsticios. El de verano indica el  comienzo de su declinación. El de invierno corresponde al instante en que la posición del Sol se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste. Dependiendo de la correspondencia con el calendario, el evento del solsticio de invierno tiene lugar entre el 20 y el 23 de diciembre en el hemisferio norte, y entre el 20 y el 23 de junio en el hemisferio sur.

 

La asociación de esta festividad al solsticio de verano, de días largos y noches cortas, es cierta para el hemisferio norte. Para los territorios del sur la celebración es en invierno, cuando el sol tiene su reinado más corto y la oscuridad se hace más amplia. Actualmente, la fiesta de San Juan es patrimonio cristiano. Sin embargo, antes de ello, los pueblos de Europa ya encendían hogueras en sus campos para ayudar al Sol con la finalidad de que no perdiera sus fuerzas.

 

El significado de estos momentos solares ha variado en las distintas culturas del mundo, lo que conlleva diversas manifestaciones y costumbres, como festivales, ferias, reuniones, rituales u otras celebraciones. El simbolismo de estas fechas desde antiguo era compartido por pueblos distantes, como los de Europa y América, primero separados y luego unidos por el océano Atlántico, aunque con las estaciones del año cambiadas en el calendario de la vida.

 

Desde las altitudes andinas hasta el extremo austral, el Sol se acerca nuevamente a la Tierra, luego de la noche más larga del año. Entonces la vida comienza a germinar nuevamente. En los pueblos andinos existían celebraciones asociadas a estos momentos. El Inti Raymi o Fiesta del Sol es una ceremonia del Imperio inca que marca el solsticio de invierno como el inicio de un nuevo año. We Tripantu (en mapudungún ‘nueva salida del sol’) es la celebración del año nuevo mapuche que se inicia el 24 de junio y se le espera la noche del día 23. Ese día queda claro que la madre tierra nuevamente brotará fertilizada por los fecundos rayos del Sol.

 

La fiesta se celebra en muchos puntos de Europa, especialmente en España, Portugal, Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia y Reino Unido. En Sudamérica, la noche de San Juan está relacionada con antiguas tradiciones y leyendas españolas e indígenas. En Argentina se celebra el 21 de junio cuando niños y jóvenes encienden fogatas en los barrios o pueblos. En Bolivia, se prendían fogatas para quemar muebles y cosas de madera en un acto de deshacerse de lo viejo y dar paso a lo nuevo. Actualmente no se aceptan las fogatas, aunque se mantiene la festividad con reuniones familiares y de amigos, junto a los petardos y fuegos artificiales.

 

En Panamá, San Juan es santo patrono de Chitré y Aguadulce. El 24 de junio es la fiesta central con actos religiosos y paganos, tales como novenas, procesiones, presentaciones folclóricas, bailes, cabalgatas, y corridas de toros. En Paraguay los vecinos participan de juegos como la pelota de trapo embebida en petróleo o kerosén  encendida y convertida en un balón de fuego al que la gente le da puntapiés para tratar de alejarlo, y la caminata descalza sobre metros de brasas ardientes.

 

En la Amazonía Peruana, en la noche del 23, hombres y mujeres acuden a los ríos a purificarse en “el baño bendito”, pues se cree que San Juan bendice los cursos de agua y quien se bañe en ellos tendrá felicidad y salud. En Iquitos se celebra una misa y luego una procesión que es acompañada por bandas típicas con bombos, tambores y flautas. La gente baila alrededor de una palmera cargada de regalos. Se degusta el “Juane” preparado a base de arroz, huevos, aceitunas, culantro y presas de gallina de chacra, envuelto en hojas de plátano.

 

En Chile, San Juan es un santo muy popular. Su festividad es una de las conmemoraciones religiosas que el pueblo acoge con mayores manifestaciones de fervor religioso y pagano. La tradición indica que la Noche de San Juan se refiere a creencias populares, relacionadas en buena medida a la figura del diablo. En esta larga noche, la presencia demoniaca es más patente que en cualquier otra fecha del año, lo que se reconoce como la oportunidad para la realización de ciertos rituales.

 

Los primeros antecedentes escritos sobre la noche de San Juan se remontan al siglo XIX en Chiloé y con los años la costumbre se traspasa a otras localidades del país. Originalmente era una fiesta familiar en que vecinos y amigos se reunían disfrutando de platos típicos y de algunas “pruebas”. Actualmente se celebra de diversas formas; la más tradicional es la “cena de la noche de San Juan”, cuyo menú, basado en la preparación de carnes, varía en todas las regiones del país. En Chiloé, por ejemplo, se consume cordero, vaca, cerdo, gallina y pavo.

 

Todos los años, el 23 de junio a las 12 de la noche, se realizan rituales para aprovechar las “energías mágicas” de la noche de San Juan. No faltan las pruebas adivinatorias para saber cómo será la suerte de quienes hacen la consulta. Por ejemplo, se colocan distintos papeles cuadrados y entintados que se doblan y tiran debajo de la cama. A las doce del día siguiente, se sacan los papeles y las figuras que se hayan formado reflejarán el destino de la persona.

Algo similar ocurre con las papas. Debajo de la cama se deposita una pelada, otra con cáscara y otra a medio pelar. La primera que se saque será la suerte que se tendrá en el año. Para saber quién será el cónyuge, se entierran tres porotos asignándole a cada uno el nombre de un pretendiente. Aquel que amanezca más brotado revelará el nombre. También se logrará lo mismo al escribirlos en tres papelitos puestos  bajo la almohada; al día siguiente el escogido será el cónyuge.

A las 12 de la noche de San Juan florece la higuera. Según la creencia, el que arranca la flor de la higuera se enriquece y es feliz el resto de sus días. Para ello debe subirse al árbol y observar las ramas más altas. A la hora señalada se oyen ruidos y gritos espantosos; se aparece el diablo junto con serpientes y arañas. El que no tenga miedo verá las flores. Debe tomar sólo una y ponérsela en el pecho para tener fortuna y felicidad. También la tradición indica que si alguien se coloca bajo una higuera, con guitarra en mano, a las doce de la noche aprenderá a tocarla “por arte de magia”.

Las tradiciones señalan la oportunidad para buscar entierros, desde esas misteriosas luces que aparecen en los campos indicando la existencia de un tesoro. La tarea de encontrar estos entierros se hace muy difícil porque sus propietarios entregaban las señas de su ubicación poco antes de morir, y nunca eran muy claras. Otras veces las personas adineradas partían sin dar ninguna información sobre ellos.

En Chiloé, hay historias de fortunas adquiridas por quienes siguieron la pista para encontrar enterradas las riquezas de los españoles o de comerciantes que murieron sin revelar el secreto. Es en la Noche de San Juan cuando en mitad del campo, entre la lluvia, se ven llamas que se encienden y se apagan indicando el lugar del tesoro. Si la llama es roja, el entierro es de oro, si la llama es blanca, es de plata.

 

Se recomienda llevar una vela encendida, ya que al dejarla en el suelo, ella comienza a hundirse en la tierra, indicando el lugar exacto. En la excavación aparecerán visiones de animales monstruosos, culebras, esqueletos, ruidos de cadenas, llantos y lamentos de almas penando. Si con el susto que provocan se nombra a Dios o a algún santo, el hoyo del entierro se llena de excrementos.

 

La festividad se recrea en Yerbas Buenas para mantener viva la tradición oral que vibra en su historia. Cuenta la leyenda que en la noche de San Juan, los campesinos y amigos se juntaban para peregrinar al río más cercano y purificar el cuerpo con sus heladas aguas. Luego se juntaban en una de sus casas y que para pasar el frío y purificar el espíritu, degustaban un delicioso vino con ajenjo compartiendo el brasero con las historias de misterio, embrujos y encantamientos.

 

Yerbas Buenas le da su característica distintiva a esta tradición oral. Se juntan los comensales en el Casino del Huaso en torno a deliciosas tradiciones gastronómicas, vino con ajenjo, mistelas de distinta naturaleza, vino navegado, jugos naturales, alfajores, pajaritos dulces, empanadillas de pera, mate, pan amasado, queso asado, y dulces. El plato principal es el tradicional Estofado de San Juan que contiene la más variada combinación de carnes preparadas con vino blanco de la zona. La velada es amenizada por un relator de historias, una “brujita” se encarga de predecir el futuro y una cantora popular emerge en sus décimas de antaño.

 

La Noche de San Juan lleva fantasías de los abuelos que oyeron y contaron desde pequeños. En distintas localidades rurales a lo largo y ancho de Chile se concentra la magia de mitos, leyendas y misterios que conforman la sabiduría popular. Esa noche se abre la puerta a las leyendas sobre el maligno, al florecimiento de la higuera, y otros fenómenos atribuibles a la imaginación y costumbres tradicionales. Es la noche en que los entierros arden, el diablo anda suelto y los campos son bendecidos por el santo.

 

Es la noche cuando se deja agua al sereno para beberla de madrugada y limpiar el corazón y la mente. Es la instancia en que el campesino o la dueña de casa azotan los árboles flojos que no dan frutos. Es la oportunidad en que surten efecto los conjuros para el amor y la buena suerte. Es otra muestra del sincretismo entre las tradiciones españolas, las creencias religiosas y las costumbres de los originarios para lograr momentos mágicos en la noche más larga de Chile, donde se fusionan rituales que mantienen el sentido primogénito del fuego, la renovación, el cambio, y la pureza.

“En Casa de la Cultura
se viven mil fantasías
del cuento y la poesía
y ensayos de envergadura.
Novelas de gran altura
que forman un silabario
o un vuelo de pasionarios
que hablan de vida y amor
o que encierran el candor
de los sueños literarios”

Esta décima sobre la CASONA de SAN BERNARDO acerca la magia de la Noche de San Juan hacia las puertas de Santiago. Para ello tenemos un invitado con el cual conversaremos en esta temprana mañana de uno de los meses llorones de Chile.

 

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