Programa 113: Identidad y patrimonio chileno en las costumbres y tradiciones infantiles

(Emisión del 07 de agosto de 2011)

Señores auditores de Chile, su Tierra y su Gente, hoy nos centraremos en los futuros hombres y mujeres del país, revisando el sentido patrimonial construido desde el alma y la memoria de nuestros niños. La voz de Gabriela Mistral resuena profunda en su poema “La Pajita”, acarreando conciencia sobre Chile en las nostalgias de vivencias infantiles que luego irrumpen con fuerza en las costumbres y tradiciones.

Esta que era una niña de cera;
Pero no era una niña de cera,
Era una gavilla parada en la era.
Pero no era una gavilla
Sino la flor tiesa de la maravilla.
Tampoco era la flor sino que era
Un rayito de sol pegado a la vidriera.
No era un rayito de sol siquiera:
Una pajita dentro de mis ojitos era.
¡Alléguense a mirar como he perdido entera,
En este lagrimón, mi fiesta verdadera! 

Las expresiones artísticas, que son parte de las tradiciones, constituyen ventanas de luz por donde los pequeños se vinculan al mundo que los rodea. Por ellas miran su pasado, su propia historia, y su identidad. Además de ayudarles a abordar el futuro, promueven la creatividad, la autoestima, la motivación y la disciplina. Así aprenden a resolver sus propios problemas y a comunicar las ideas bajo diferentes formas y lenguajes. Los padres, los abuelos, los líderes, la familia, gatillan esa pasión con la cual los niños exploran el mundo sin miedo a fracasos o equivocaciones.

Su creatividad abre compuertas a las corrientes de vida. La expresión artística potencia la iniciativa, incentiva el razonamiento lógico y el gusto estético, e incrementa la imaginación y la creatividad. Hoy hablaremos de las cosas simples que han movido el alma de Chile, como cuando los niños meten sus manos en el barro y construyen formas, o cuando apilan piedras o arena en torres de proyección infinita.

Las expresiones artísticas se reflejan en el baile y música, el lenguaje, la literatura, los juegos, los juguetes, los cuentos, las adivinanzas, la poseía y muchas otras formas. Desde ellas fructifica el extenso y movido repertorio de entretenciones y costumbres infantiles de Chile. Entre ellos, los juegos son las primeras aproximaciones al mundo de lo colectivo, a las reglas y a la inserción de una vida en grupo. Los juegos y juguetes incluyen la diversidad de entretenciones familiares, las conversaciones en broma, y los simples trozos de madera cargados con la imaginación de los niños.

Los juegos son expresiones del carácter de la gente, dando una apreciación divertida y alegre del tiempo cotidiano en la infancia. Chile tiene una larga lista de juegos que son considerados típicos, como el “corre el anillo”, “las bolitas”, “el palo ensebado”, “el emboque”, “la rayuela”, el columpio,  ”el trompo”, “el volantín”, y “el salto en el cordel”. Una verdadera tradición de masividad surge en “las escondidas”, “la gallina ciega”, “las carreras en la calle”, “el pillarse”, “el paco y el ladrón”, “las naciones” y tantas otras diversiones. 

El luche es un juego conocido desde la antigüedad por egipcios y griegos traído a Chile por misioneros jesuitas. Consiste en trazar en el suelo divisiones horizontales y transversales, donde se anotan números a los que se lanza un tejo o piedra plana o una pelotita de luche (un tipo de alga originaria de Chile). Cada niña, saltando en un pie, lanza el tejo con esa misma extremidad al casillero inmediatamente adyacente, hasta llegar al último y ganar el juego.

El corre el anillo se habría originado en Francia. Es jugado por grupos mixtos en que los niños con las manos semiabiertas simulan haber recibido un anillo. Otro participante, con las palmas de las manos unidas, pasa de mano en mano, recitando “Corre el anillo por un portillo, pasó un chiquillo comiendo huesillos, a todos les dio menos a mí. Eche prenda señorita o caballero, quién la tiene diga usted” hasta depositar el anillo en alguien que guarda el secreto. Un elegido del grupo debe adivinar quién lo recibió y de no identificarlo, deja una prenda que puede recuperar tras una penitencia que se fija de común acuerdo en el grupo.

  

La gallinita ciega también era jugada por adultos. Actualmente, es un juego infantil de grupo que ocupa un área espaciosa y libre de obstáculos. Uno de los jugadores venda los ojos a un compañero con un pañuelo o cinta, el que espera que le digan: Gallinita ciega, ¿qué andas buscando? Y la Gallina contesta: Una agujita y un dedal. ¿Donde se te perdió? En el arenal. Yo lo tengo y no te lo quiero dar. La “gallinita” es girada para marearla y trata de pillar a los participantes que le hablan para distraerla. Cuando ello ocurre la gallinita se saca la venda de los ojos y es el “pillado” quien debe seguir con el juego.

El rún run es un objeto comúnmente hecho de botones pero los niños más osados lo fabricaban con tapas de botella aplanadas en los rieles por las ruedas del tren. Consiste en tomar dos hilos de unos 40 cm y pasarlos por los orificios del botón. Se trenzan de tal forma que, con movimiento y ritmo, giran a gran velocidad. El hilo hace de elástico y, se escucha un delicado sonido que semeja al rún rún rún rún.

El juego de las bolitas apareció en Chile en el siglo 19. Uno de los más popularizados es la troya. Para jugarla se dibuja un círculo sobre la tierra dentro del cual los participantes colocan cantidades iguales de bolitas. Todos lanzan por turno hacia el círculo, buscando sacar el máximo posible. Si la bolita queda dentro del círculo, significa que “se ahogó” y abandona el juego. Todos juegan a su turno, hasta que no queden bolitas en el círculo. Otra variante es la ratonera que se juega con una caja de zapatos agujereada y gana el que logra poner más bolitas dentro de ella.

Las adivinanzas son una especie de enigma que divierte al descifrarla. Su finalidad es entretener, despertando la curiosidad de las personas por encontrar sus contenidos. Las adivinanzas son dichos populares que se transforman en juegos, generalmente infantiles, de ingenio que entretienen pero que contribuyen al aprendizaje, la enseñanza de vocabulario, y la difusión de tradiciones.

Muchas veces la solución va implícita en el mismo acertijo lo que contribuye a que el niño aprenda a fijarse en las palabras. Las adivinanzas llevan la poesía en la ternura de sus versos. Adivina buen adivinador…un pájaro con levita que se parece a un doctor (el pingüino). ¿Quién es el que bebe por los pies? (el árbol). Es su madre tartamuda y su padre un buen cantor; tiene su vestido blanco, y amarillo el corazón (el huevo). Vuela sin alas, silba sin boca, pega sin manos, y no se lo toca (el viento). ¿Qué habrá de ser, que cuanto más grande menos la podemos ver? (la oscuridad).

Los trabalenguas son parte de la literatura oral y de las tradiciones de los pueblos. Se componen de frases con sílabas de difícil pronunciación que ponen a prueba la concentración de quienes sortean con éxito la prueba: ¿Si Pancha plancha con cuatro planchas, con cuántas planchas plancha Pancha? O bien: Erre con erre, guitarra; erre con erre, carril; rápido ruedan los carros, rápido el ferrocarril. 

Guerra tenía una parra
y Parra tenía una perra.
La perra de Parra
mordió la parra de Guerra,
y Guerra le pegó
con la porra a la perra.
-Diga usted, señor Guerra,
¿Por qué le pegó
con la porra a la perra?
-Porque si la perra de Parra
no hubiera mordido
la parra de Guerra,
Guerra no le hubiera pegado
con la porra a la perra.

Estera y esteritas para secar peritas
Estera y esterones para secar orejones
Ándate por aquella orilla sombrero de sopaipilla
Ándate por aquel rincón sombrero de picarón
Ataja, ataja, sombrero de paja
Arrea, arrea, sombrero de greda
Allá por los tiempos en que las culebras andaban paradas
Y los animales hablaban, había una vez…

Así empezaban antiguamente en el campo los cuentos relatados al amparo del brasero perfumado de naranja. Las narraciones comenzaban siempre con las palabras rituales que creaban una atmósfera de misterio. En los últimos años ha habido una revalorización de esta expresión a través del cuentacuentos, acrecentando la recuperación de una forma casi perdida de la naturaleza humana.

El diente del Ratoncito Pérez es una creencia popular. Memecita estaba preocupada por un diente suelto. Nunca antes le había ocurrido. Es natural que a los niños se les caigan los “dientes de leche” le dijo su mamá. Después les saldrán otros definitivos.  Cuando a Renatito se le soltó un diente, lo amarró a un hilo y luego a la manilla de una puerta. Cuando su mamá abrió la puerta, arrancó el diente que saltó por la habitación. Pero no lo hagas de esa manera, Memecita. Deja que el diente se caiga por sí mismo o le das un tironcito y se lo damos al Ratoncito Pérez.

Esa noche pusieron el diente de leche, envuelto en un pañuelo, debajo de la almohada con una tarjetita de saludo. A la mañana siguiente, ya no estaba el diente de leche. Tampoco la tarjeta. A cambio había un regalo envuelto con una cinta y una pequeña carta de respuesta. Encontró un libro con las páginas en blanco! La carta decía: “Querida Memecita: Hoy se cayó tu primer diente de leche. Me lo llevo de recuerdo y te dejo este diario de vida para que escribas tus recuerdos…con mucho cariño, el Ratón Pérez. Dentro de las páginas….había un billetito…

Los cuentos que aún hoy se narran en los campos constituyen un vivo ejemplo de lo que debería conservarse en Chile. Junto a ellos figuran pequeñas rimas, a menudo sin sentido, como fórmulas de juego de “la primera infancia”. Son numerosas y tienen variantes acomodadas a la capacidad expresiva de los padres. Los pequeños poemitas cantados calman un dolor o distraen la atención acompañados de palmas y movimiento de las extremidades del niño. Así se afina la fantasía fomentando el gusto por la palabra cantada.

“Aserrín, aserrán
los muñecos de San Juan
piden pan, no les dan
piden queso. . .
¡corta pescuezo!”

“Tres pollitos tiene mi tía
uno le canta
el otro le pía
y el otro le toca la sinfonía”. 

En nuestros recuerdos está la canción de cuna cantada por la ternura de una madre en la intimidad de un dormitorio tibio en invierno o al frescor del patio en verano. Son las primeras manifestaciones poéticas que escucha un niño, a  través de una música muy simple que casi se musita. Sencillos y melodiosos, esos arrullos son verdaderos cantos de iniciación en el idioma y en los afectos. La madre va asimilando la letra en su corazón, transmitiendo todos sus sentimientos hechos canción…

Este niño lindo
no quiere dormir
quiere que le traigan
flores del jardín.

Arrorró mi niño,
arrorró mi sol,
arrorró pedazo,
de mi corazón.

Las rimas son características en los juegos de los niños. Llenos de imaginación y humor, son verdaderos puentes de comunicación establecidos por medio del lenguaje. Constituyen un excelente camino para familiarizar al pequeño con el maravilloso mundo de las palabras. ¿Quién no recuerda su propia infancia al escuchar este tierno cuentecito señalando los dedos de la mano?

“Este niñito compró un huevito
este lo puso a asar
este lo reventó
este le echó la sal
y este perro viejo…se lo comió”

Las rondas infantiles son juegos colectivos de los niños transmitido por la tradición. En su mayoría han sido originarias de España y se han extendido por Latinoamérica.  Normalmente, cuando hay niños que juegan a rondas hay bullicio y algarabía y flue una alegría ingenua e inocente.

-Muy buen día, su señoría.
-Mantantiru-Liru-Lá!
-¿Qué quería su señoría?
-Mantantiru-Liru-Lá!
-Yo quería una de sus hijas,
-Mantantiru-Liru-Lá!
-¿Cuál quería su señoría?
-Mantantiru-Liru-Lá!
-Yo quería la más bonita,
-Mantantiru-Liru-Lá!
¿Y qué oficio le pondremos?
-Mantantiru-Liru-Lá!
-Le pondremos de modista, 

La voz de Chile estalla con intensidad en el alma de nuestros niños y niñas recordándonos que con sus juegos, sus alegrías, sus costumbres y sus expresiones proyectan la memoria de tradición nacional. Esa belleza juvenil se refleja en el poema “EL MAR” escrito por la tocopillana María Paz Andía Herrera cuando tenía hermosos y crecientes 9 años.

El mar está callado,
El mar está tranquilo,
El mar duerme como nosotros,
Sueña y ríe con los niños.
El mar tiene a sus hijos,
Sus peces y ballenas,
Y también como nosotros,
Mira por la noche
La luna llena.
El mar tiene su talento propio,
Junto al viento forma
Una canción,
Y ese canto de armonía
Llena de alegría
Mi corazón

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